Investigación Periodística | |||
Alejandro Schayman Klein, padre de Tamara Con la pequeña ya internada y en estado de coma, el 3 de abril de 1996, el doctor Carlos Hinzpeter, de emitió el primer certificado oficial sobre su estado. En él se consigna que la niña -nacida cuatro meses antes, el 12 de noviembre de 1995, justo dos años después del matrimonio de la pareja- presentaba un “hematoma subdural extenso, hemorragias retinianas, fractura parietal (de cráneo) derecha extensa, hemorragias intracraneanas múltiples diseminadas, fracturas antiguas de dos costillas y del húmero distal (hueso del antebrazo) derecho, además de periostitis cálcica (señas de intento de fractura) en ambos fémures y la tibia derecha”. El diagnóstico era tajante: estaba en coma y en peligro inminente de muerte. Ante la gravedad de las lesiones y las fuertes evidencias de que se trataba de un caso de maltrato infantil, Hinzpeter y los otros médicos que la evaluaron le advirtieron al matrimonio que denunciarían los hechos a la policía. “Es mejor que busquen un abogado”, les dijeron. El mismo día 3 en la mañana, la denuncia formal de maltrato la hizo por teléfono el doctor Jaime Mañalich, otro de los tratantes. El parte Nº 402 de Carabineros dio cuenta del primer interrogatorio policial que Schayman y su mujer debieron contestar durante el proceso, en una versión que ambos tratarían de mantener más tarde, no siempre con éxito. Explicaron que sólo supieron de sus fracturas antiguas el día en que la internaron y que la niña tenía problemas de salud casi desde el comienzo de su corta vida, a partir de un supuesto diagnóstico de vasculitis, que más tarde fue descartado a través de biopsias. Según Marianne Kychenthal, cuando su hija tenía diez días de vida, “comenzó a botar sangre cuando hacía sus necesidades”, aunque después los médicos demostrarían que tenía intolerancia a la lactosa. La mujer dijo que al mes y medio de vida, Tamara “comenzó con moretones en todo el cuerpo”, al tiempo que “muy pocas veces se sonreía” y tenía “úlceras en la boca y en el periné (una zona de sus genitales)”. Aparentemente, Marianne desconocía lo que le estaba pasando a su hija, porque en su declaración afirmó que en la casa de la familia “la niña nunca fue maltratada, por lo que no me explico lo que me manifestó el médico”. Alejandro Schayman, en tanto, declaró lo que había pasado tras internar a Tamara, el 28 de marzo: “El médico dijo que la niña tenía los fémur (SIC) de sus piernas quebrados y unas costillas, agregando que podría ser esta situación un maltrato infantil (…) Nosotros le decimos que eso no podía ser, ya que la niña tiene una enfermedad que no sabemos”. Sin embargo, esta vez los médicos sí captaron rápidamente el cuadro de maltrato de Tamara y así lo consignaron Carlos Hinzpeter y René Tejías en un primer informe clínico sobre ella: “En este contexto, se sospecha Síndrome del Niño Golpeado”. Pese a la ausencia inicial de sospechas, sólo ocho días después de la denuncia médica ante la policía, Marianne Kychenthal cambió de opinión sobre su marido y el 11 de abril de 1996 interpuso una querella en su contra -por “lesiones gravísimas”-, ante el Duodécimo Juzgado del Crímen de Santiago. Ella misma declararía después que el día 9, su esposo le reconoció ser el responsable del estado de la niña, versión que el hombre repitió al día siguiente ante los detectives de Seis días después, tras una petición de la querellante, el publicista Alejandro Schayman Klein -nacido en Argentina pero adoptado por padres bolivianos- fue detenido e interrogado. Rápido, el caso de Tamara saltó a las portadas de los diarios y a las pantallas de televisión. Tanto en la querella como en su primera declaración judicial, Marianne Kychenthal relató los diversos problemas de salud que presentó Tamara desde casi recién nacida, y que tanto sus padres como los más de 25 médicos consultados hasta su internación, siempre atribuyeron a las más extrañas enfermedades posibles. Allí habló de las deposiciones con sangre y contó que a partir del mes y medio de vida, “le empezaron a aparecer manchitas y moretones esparcidos por el pecho”. Aunque después la investigación judicial daría pistas claras de que tales moretones fueron causados por su padre, en su momento los médicos lo atribuyeron a un posible desorden plaquetario o, incluso, a alguna forma de hemofilia, “ya que cuando se le pinchaba para sacarle sangre, le costaba coagular”. Agrega la madre que luego, Tamara presentó ulceraciones en la boca y en el periné, al tiempo que “se le empezaron a salir las uñitas (…) durante todo este tiempo iba al doctor y de ahí siguieron los moretones y la misma historia”. En la querella, la mujer expone que cerca del 20 de marzo de 1996, tras una nueva internación de la pequeña, contactaron al doctor Patricio Vives, un médico chileno que trabajaba en el Hospital de con el propósito de decidir un posible traslado de la menor a ese centro hospitalario”. Tras examinar a Tamara, Vives quedó de revisar los exámenes con especialistas de Boston y avisar si el viaje procedía o no. Nunca alcanzó a contestar, porque dos días después, la pequeña entró en coma. En su querella, Marianne también consignó el nuevo y ahora consensual diagnóstico médico: “El extremo deterioro de la salud de nuestra hija no es consecuencia de ninguna enfermedad, sino de golpes, heridas y maltratos de obra causados por tercero, que pueden provocarle la muerte y que, de no ser así, la dejarán demente de por vida”. Confesión Extrajudicial Una semana antes de la detención de Schayman, ocurrida el 17 de abril, los abogados del matrimonio –Ricardo Rivadeneira, Patricio González y Rodrigo Zegers- hablaron con el publicista, y obtuvieron de él una confesión extrajudicial, en la que reconoció ser el autor de las graves lesiones que presentaba su hija. Un día antes, había dicho lo mismo a su mujer. De hecho, Marianne consignó en su querella que, “como consecuencia de la firme actitud de los médicos (…) mi marido, el querellado Alejandro Saúl Schayman Klein, me confesó que él era el autor de los gravísimos golpes, heridas y maltratos que tienen a nuestra hija común, de cinco meses de edad, al borde de la muerte”. La mujer también pidió al juez investigar la eventual presencia de negligencias médicas en el caso, dado que ninguno de los médicos que la atendió previamente pudo notar que se estaba ante un caso de maltrato infantil. Entremedio, mencionó a las cuatro personas que contrató consecutivamente desde principios de febrero del ’96 hasta el día de su internación, para que cuidaran de la niña. Habla, por ejemplo, de Teresa: “Esta última enfermera se encargaba de la guagua desde las 8 de la noche a las 8 de la mañana, y dormía en la pieza de ella (…) yo y mi marido no íbamos a verla en ese lapso”. También relata el momento previo a la internación de Tamara, el 28 de marzo, en que la niña se mostraba “lacia (…) adormilada” y con fuertes vómitos. “La acostamos y Alejandro se acostó a su lado y cuando volví de hacer su cama, vi que Tamy estaba botando agua por su nariz”. Por decisión del pediatra Jacob Cohen, tratante de la niña, la instrucción fue internarla de inmediato. La niña iba tan grave, que según la madre “ambos le íbamos dando aire y yo como (que) veía muerta a mi hija”. Agrega Marianne que la verdad la supieron al día siguiente en la noche: “Tenía quebrados los huesitos de los pies; un bracito y las costillas”. Luego, cuenta cómo se produjo la supuesta confesión de Schayman, la noche del 9 de abril, mientras paseaban al perro: “Me dijo que los abogados habían logrado su objetivo (…) que no sabía por qué razón con que (ella) tuviera todo y que fuera feliz, cuando a él le había ocurrido todo lo contrario (…) que cuando la vestía lo hacía bruscamente y los moretones de las patitas me decía que era cuando le ponía los zapatos y lo hacía a la fuerza (…) le pregunté a mi marido si había zamarreado a mi hija y me dijo que no se acordaba”. Por último, Marianne Kychenthal declaró que su marido había intentado suicidarse dos veces antes de casarse con ella, debido a que “no tuvo una infancia feliz, ya que su madre era muy violenta para tratarlo”. A estos intentos de autoeliminación se sumó un tercero, el 12 de abril, un día después de la presentación de la querella. De hecho, dentro del proceso, la mujer consigna que Schayman estuvo internado por ello en el Hospital Salvador, desde la noche de ese día hasta la mañana del 15 de abril, dos días antes de ser detenido. En otro informe posterior, Investigaciones confirmaría que el publicista ingirió medicamentos para autoeliminarse, “ya que se sentía responsable de lo ocurrido”. En otra de sus primeras declaraciones ante la policía, el 15 de abril, Marianne relata: “Noté a mi esposo muy extraño y preocupado, quien me confesó ser el causante de lo que le sucedía a nuestra hija (…) Los abogados me relataron varias atrocidades que Alejandro les había confesado, tales como que el día del parto la había apretado, que ‘todos los días le sacaba la cresta’, que la zamarreaba, (la) trataba como muñeca de trapo”. Schayman fue interrogado en día de 1996. Y de esa declaración surgen los principales elementos procesales que los querellantes han esgrimido desde entonces para pedir que se le condene y que se retipifique el delito que se le imputa a parricidio, algo que está próximo a ocurrir, según las fuentes consultadas por quien escribe. Parte diciendo que la primera semana en que su hija estuvo en la casa, se sintió angustiado, tenso, nervioso; “lo que relacionaba con mi infancia, ya que mi madre adoptiva me decía que no iba a ser feliz, ya que ella no lo era, y me trataba de gordo, maricón…” Según el publicista, sentía envidia de ver a su hija durmiendo plácida y feliz, “diciéndome que ella tampoco podría serlo”, de manera que cuando la tomaba, lo hacía “en forma brusca, dándome lo mismo la posición en que la tomara (…) y la apretaba contra mi pecho”. Agrega que cuando debía mudarla, y aprovechando la ausencia de su esposa “la zamarreaba, además la tomaba en forma brusca como ‘abrazo de oso’”. También dice que en dos ocasiones en que quedó a solas con la pequeña, “algo me decía que no podía dejarla dormir (…) recuerdo haberle hecho un ‘chupón’ en uno de sus bracitos. También algunas veces la lanzaba a modo del juego ‘el piloto’, o sea al aire y la cogía”. Aunque todos estos dichos de Schayman son elocuentes, dos días después declaró ante el juez, pero esta vez no mencionó ninguna de estas agresiones o sentimientos anormales ante su hija. Más tarde diría que fue presionado para su confesión extrajudicial por los abogados Rivadeneira, González y Zegers - ahora patrocinantes sólo de Marianne-, bajo el supuesto concepto de protegerla por el embarazo de tres meses que tenía en ese momento. Recalificación del delito Santiago, María Paz Rodríguez, confirmó a quien escribe que, efectivamente se encuentra trabajando en la causa por la muerte de la menor Schayman. “El retraso del fallo se debe a la cantidad de casos que el tribunal atiende diariamente”. Por otra parte, antecedentes que ambas partes involucradas en el proceso han presentado y las diligencias solicitadas, debido a la gravedad de los hechos y a la conmoción que causó y sigue causando la muerte de esta menor. De t odos modos el proceso de sumario ya se encuentra cerrado y el fallo podría ser dado a conocer durante el próximo mes de abril. - ¿Según la defensa la menor falleció por otras causas donde el padre no estaría involucrado? La menor ingresó a emergencia de una Clínica en estado grave y –posteriormente- entró en estado de coma por maltrato infantil. Ahora hay que revisar todos los antecedentes antes de pronunciar el fallo. - ¿Según los antecedentes que usted ha tenido a la vista en la causa, se puede probar que el señor Schayman es responsable de la muerte de su hija? En mi calidad de Jueza de este tribunal no puedo pronunciarme con antelación al fallo. Sin embargo, existen antecedentes importantes que dan cuenta que la menor fue muy castigada. Se ha comprobado que existió maltrato infantil. Ahora el procedimiento es leer completamente el expediente y comenzar a redactar el informe para adjuntar al fallo. - ¿Cuál es la exacta recalificación del delito que la parte querellante solicita? La recalificación es de “parricidio frustrado” a “parricidio concreto”. Si bien la menor falleció debido a una neumonía, según consta en el expediente, lo cierto es que la niña cuando falleció ya se encontraba sin vida neurológica y se mantuvo con “vida” debido a las máquinas a las que estuvo conectada por largos años. Alejandro Schayman se encuentra en libertad, pero debe firmar mensualmente en el libro del tribunal, pues el proceso se amplió con la querella presentada por Marianne Kichenthal. Si bien, este caso ha provocado un gran dolor para la familia materna de la menor, también ha sido un caso emblemático para los casos de abuso y maltrato infantil llegando a cambiar incluso las prácticas médicas y protocolos clínicos, principalmente de los centros médicos y clínicas del sector oriente de la ciudad, debido a la querella civil interpuesta por la madre de la menor por negligencia médica, pues nunca se ha logrado explicar cómo ningún médico que atendió a Tamara pudo descubrir a tiempo que la menor estaba siendo duramente agredida. Sin duda, este caso ha sentado un precedente en los procedimientos de los facultativos para dar a conocer a las instancias correspondientes cuando un menor presenta lesiones que podrían ser ocasionadas por algún adulto. |
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sábado, 26 de febrero de 2011
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