domingo, 27 de febrero de 2011


La Nación Domingo                                                    Domingo 1 de Diciembre de 2002

La desconocida administración de la funeraria del Hogar de Cristo
HOGAR DULCE HOGAR

Aquello que nació bajo la inspiración y el sentimiento de un hombre que sacrificó su vida por proteger a los pobres, hoy se ha convertido en la funeraria preferida del segmento de mayores recursos y en una lucrativa empresa administrada por una transnacional, que comparte parte de sus utilidades con la obra que dirige el padre Renato Poblete.

Por Claudia Molina

Los letreros luminosos sobre las funerarias del Hogar de Cristo tienen a un costado la imagen del padre Alberto Hurtado. El rostro del caritativo sacerdote elevado a la condición de beato por el Vaticano despierta en el inconsciente la idea de obra caritativa.

Sin embargo, por causa de las reglas del mercado, el uso del ícono de la solidaridad también es una buena estrategia de marketing y una mejor marca para aliarse si de negocios se trata. ¿Sabía que la funeraria del Hogar de Cristo es administrada hoy por una empresa transnacional líder en el rubro?

En el año 2000 la Fundación Hogar de Cristo (que gestiona los comedores y centros de rehabilitación, entre otras obras de beneficencia, bajo la conducción del sacerdote Renato Poblete), apremiada por las deudas, cedió la administración de su prestigiosa funeraria a una compañía estadounidense.

El acuerdo se firmó sin publicidad, pero La Nación Domingo ha podido establecer que en la actualidad el Hogar de Cristo no recibe la totalidad de los fondos, sino sólo un porcentaje del negocio por el uso de su “marca”. Ahora la Funeraria Hogar de Cristo tiene un directorio compuesto por cinco personas. Tres de la empresa transnacional y dos de la Fundación. Eso sí, “como invitado” también participa en las reuniones el actual Capellán de la fundación, el Padre Agustín Moreira. “Con derecho a veto, si algo no le parece que va con la línea de nuestra institución”, dice tajante el cura Renato Poblete. Este traspaso de administración le significa a la fundación recibir de manos de la funeraria el 10 por ciento de su financiamiento total aunque no se venda ni una sola urna. Un piso económico que tiene satisfechos a los directores y a los más importantes representantes de la institución caritativa. 

La Fundación Hogar de Cristo destina esos recursos a sus labores habituales en favor de los desposeídos, según reconoce de modo indirecto la propia página web de la funeraria, cuando expresa que “para lograr parte de sus objetivos, la Fundación se apoya en las prestaciones que realiza Hogar de Cristo Servicios Funerarios. Con estos aportes se contribuye a financiar en parte las grandes obras del Padre Alberto Hurtado, S.J.”.

Pero el porcentaje restante se queda en las manos de los administradores extranjeros, porque ahora la funeraria es un negocio como cualquier otro, que ofrece a sus clientes “alternativas de servicios, precio y formas de pago”.

La empresa que actualmente administra “Hogar de Cristo Servicios Funerarios” se llama “Service Corporation International, S.C.I. Ltda.”, aunque nada de esto se advierte al cliente en su página web. 

S.C.I. llegó a Chile en 1998 con un capital declarado de apenas cinco millones de pesos. Hoy, de acuerdo con los datos oficiales que registra el Conservador de Bienes Raíces, su capital se ha elevado por sobre los 14 mil millones de pesos. Es decir, unos 20 millones de dólares.

Julio Gennari, gerente general de Funeraria Hogar de Cristo, insiste en que el trato o convenio al que se ha llegado es muy conveniente para la Fundación e, incluso, que el año pasado la institución que ayuda a los pobres ganó mucho más que sus socios privados. Así y todo hace casi un mes que La Nación Domingo le pidió que nos mostrara las cifras tan beneficiosas para el Hogar de Cristo, pero nunca llegaron.

El legado del padre Hurtado

El Hogar de Cristo fue fundado por el padre Alberto Hurtado, quien asumió la misión de dignificar la vida de los pobres, que se multiplicaban de manera abrumadora en el Chile de mediados del siglo XX, en medio de la crisis económica y la Segunda Guerra Mundial. 

Ancianos y niños dormían en las calles de Santiago y a orillas del río Mapocho, soportando el frío extremo en invierno y el hambre todo el año.

El padre Hurtado recorría las calles buscándolos y tratando de convencerlos para que salieran de allí. Si no lo conseguía, les daba ropa de abrigo y comida para que pasaran la noche lo mejor posible. Con los años, el sacerdote creó y reprodujo sus casas de acogida para albergar a miles de personas en riesgo social. 

En mayo de 1952, después de haber realizado las grandes obras y desplegado los inmensos esfuerzos que hasta el presente generan reconocimiento y admiración por su figura, el sacerdote enfermó gravemente. Ante la inminencia de su fallecimiento, el Consejo Superior del Hogar de Cristo se reunió para discutir el mejor modo de darle una sepultura digna. Y ahí nació la idea de una funeraria, para despedirlo a él, pero también a los pobres que él tanto amaba.

El servicio funerario nació con la intención que los pobres tuvieran acceso a una sepultura digna y a precio módico. Surgió como una sociedad de responsabilidad limitada con fines de lucro, pero se estableció que todos sus excedentes irían en favor de la Fundación Hogar de Cristo. Bajo la administración de los seguidores de Hurtado, los únicos socios de esta empresa eran el propio Hogar de Cristo y la Fundación de Viviendas Hogar de Cristo, a la que se le dio un dos por ciento de participación.

En 1958 se crearon talleres para fabricar ataúdes de buena calidad y dar ocupación a los jóvenes que egresaban de los hogares de la institución.

Poco después, el servicio se expandió a otras regiones, como Concepción y Valparaíso, y posteriormente se concentraron en una sola entidad todos los servicios relacionados con los funerales: responso, velatorio y fabricación de urnas, por mencionar algunos.
Esta funeraria, a diferencia de las demás, atendía en forma gratuita a los indigentes.


En la actualidad, según la propia versión de la página web ya citada, “la funeraria lidera el mercado nacional tanto en la calidad de sus servicios como en la preparación de su personal, pero sin olvidar que son una obra más de la visión socialcristiana del Padre Alberto Hurtado”.

El convenio

El mercado no distingue entre las empresas privadas con fines de lucro y las fundaciones de beneficencia. Llegado el momento, pasa su “cruel” cuenta. 

Es así como en marzo de 2000, la Funeraria Hogar de Cristo debía más de $ 272 millones de pesos a la Fundación de Beneficencia Hogar de Cristo.


Por esta razón, el 11 de mayo de ese año la funeraria concedió a la Fundación todos los derechos sociales de la sociedad a cambio de la condonación de gran parte de la deuda. Con el traspaso, se redujo la deuda en casi $ 240 millones. El saldo, unos 30 millones, se los cobró la Fundación con la venta de las10 carrozas, avaluadas en 4 millones de pesos cada una.

En ese entonces, la sociedad fúnebre tenía como socio a “Cinerario Hogar de Cristo-Parque del Recuerdo”, que a su vez le debía 150 millones de pesos. Con el traspaso de propiedad, esta “cartera vencida” se le traspasó a la nueva propietaria de la funeraria, es decir, a la Fundación Hogar de Cristo.

De este modo, la Fundación de Beneficencia se convirtió en socia de “Cinerario Hogar de Cristo Parque del Recuerdo” y se hizo cargo de sus deudas, en tanto que la sociedad fúnebre, como una entidad separada, quedó limpia de todo pecado y deuda. Estaba así lista para el siguiente paso: el traspaso de su administración a la transnacional S.C.I

Ahora, S.C.I., a través de la empresa Los Parques S.A., administra la lucrativa funeraria, según consta en la escritura notarial del 4 de julio de 2000. 

El contrato entre la Fundación Hogar de Cristo y S.C.I. se hizo el 6 de junio de 2000, a través de un convenio privado. Estas entidades negaron a La Nación Domingo acceso a ese texto y, por lo tanto, no fue posible conocer los detalles sobre las condiciones de administración, ni los porcentajes de las utilidades que se entregarían a la fundación caritativa, ni aquellos con que se queda la transnacional.

Julio Gennari, gerente general de Funeraria Hogar de Cristo, se excusó por no mostrar el convenio porque debía pedirle autorización al directorio. Además, Gennari explicó a La Nación Domingo que la operación no fue informada a la opinión pública porque “los comunicados de prensa no los lee la gente”. No piensa lo mismo una recaudadora de la propia Fundación que admite que “los usuarios deben estar informados de que cuando se compra un servicio de Funeraria Hogar de Cristo un porcentaje importante cae en manos de una empresa privada, transnacional y con fines de lucro”. 

En tanto, el padre Renato Poblete declinó entregar detalles sobre este convenio, porque, según dijo: “Es privado”. El sacerdote argumentó que solicitar este tipo de información “es una tontera que perjudica a los pobres”. Es sabido que la funeraria también tiene sepelios para los más desposeídos, regala algunos servicios e incluso a través del Cinerario entrega gratuitamente sus prestaciones a los fetos abandonados en hospitales. 

El sacerdote está seguro que “entregar la administración a la transnacional, que conocí muy bien por dentro cuando viajé a Estados Unidos, es la mejor decisión, por su know how y su solvencia en el rubro, para que la Fundación perciba importantes recursos que ayudan a los más pobres, a la gente más humilde, como día a día lo hace nuestra Fundación”. 

No obstante, tanto la Fundación como la funeraria confirmaron que el convenio existe y la empresa norteamericana entrega mensualmente una cantidad de dinero no especificada para las labores de beneficencia.

Lo que no es secreto, sin embargo, es el capital de 14 mil millones de pesos que ha acumulado la empresa fúnebre en manos privadas y el afianzamiento de su expansión y liderazgo en un mercado donde no existe ninguna otra funeraria que tenga una marca registrada tan prestigiosa. 

Lujo y reciclaje

Es claro que el espíritu del Hogar de Cristo es ayudar a los pobres. Sin embargo, la funeraria que lleva su nombre, dirigida por las políticas de mercado, busca la forma de dar respuesta a las demandas de los segmentos de altos ingresos, para maximizar sus ventas. Bajo esta concepción y para satisfacer a su clientela más exclusiva, la funeraria importa urnas de lujo desde España e Italia.

En efecto, según información oficial, entre enero y mayo de este año ingresaron al país cerca de 122 bultos que contenían féretros.
Julio Gennari, consultado al respecto, respondió que “la importación de urnas no excede el cinco por ciento de la demanda que la funeraria asume anualmente. No son más de 250 urnas las que ingresamos al país”.


También explicó que “la importación se debe exclusivamente a la calidad de las terminaciones. Los fabricantes nacionales no son tan buenos en esta área”. 

El reciclaje de urnas es un asunto candente dentro del ámbito funerario, según revela una fuente que pide reserva de su identidad. 

Las incineraciones dejan disponibles las urnas usadas, pues los crematorios por lo general no están habilitados para que entre el cuerpo en su cajón.

José Zaldívar, gerente general de Sealin S.A., una empresa que se dedica al rubro mortuorio, explicó la situación: “Los hornos de cremación en Chile no cumplen con las normas internacionales, porque la norma madre, que debiera regir en todas partes, señala que debieran tener filtros que separen las cenizas del cuerpo de las de la urna. De esta manera se aseguraría que los restos entregados a la familia son solamente del deudo y no residuos del féretro”.

Zaldívar agregó que en Chile los deudos no pueden tener la certeza de que “eso suceda y menos de que el total del cuerpo de la persona incinerada está depositado en el ánfora que le entregan”.

La práctica común entonces es que los cementerios donen las urnas ya usadas y vacías que salen de los crematorios. Entidades como la Fundación las Rosas y el Hogar de Cristo son los receptores de esas donaciones. 

“Este es un tema muy complicado”, admite Zaldívar. “El problema es que se supone que las urnas deben ser destruidas al momento de la incineración del cuerpo, por lo menos este ha sido el criterio de Tulio Guevara, el director del Cementerio General”. Pero el criterio no es uniforme en los cementerios privados.

Chile no cuenta con normas que regulen la manipulación de urnas después de haber sido ocupadas. Tampoco se conocen estudios sobre los probables daños a la salud de quienes asisten al velatorio de un cuerpo dentro de una urna de segunda mano. No obstante, es posible imaginar que los fluidos del cuerpo en descomposición –y dependiendo de la causa de muerte de la persona-algún rastro de gérmenes pueden dejar en el ataúd y que, si se va a reutilizar, el recipiente debiera al menos desinfectarse.

Pero nuestra búsqueda de regulaciones en esta materia en el Servicio de Salud de Medio Ambiente (Sesma) y en el Código Sanitario fue infructuosa.

La codiciada cuota mortuoria

Las urnas donadas van a parar a casas de ancianos de escasos recursos, aunque este gesto de generosidad también genera ingresos, porque algunos ancianos pobres tienen derecho a la cuota mortuoria que les asigna el Estado a través del Instituto de Normalización Provisional (INP). En estos casos, la cuota se quedaría en manos de la funeraria que ha gestionado la donación.

Guillermo Maggi, dueño de una funeraria en San Bernardo, conoce esta realidad muy de cerca, pues, según cuenta, la ha enfrentado tres veces: “En una ocasión tuve que acompañar a una familia a buscar el cuerpo de la madre que había fallecido en un hogar de ancianos y me habían pedido que yo realizara el servicio. Nos dirigimos a la casa de reposo y al llegar nos encontramos con que la señora ya había sido puesta dentro de la urna que era del Hogar de Cristo y que había sido donada por un crematorio, sin que mediara ninguna autorización de la familia. Yo tuve que trasvasijar el cuerpo de un ataúd a otro en el mismo lugar. Fue un momento muy impactante para la familia y para mí”.

El reciclaje de urnas ha motivado las quejas de las funerarias privadas, que desde hace por lo menos cinco años (a través de la Agrenaf) se lo vienen planteando a las autoridades sanitarias, sin que hasta ahora hayan recibido respuesta.

Sacristanes unidos

La actividad de los sacristanes también se ha visto mermada con la incorporación de nuevas formas de mercadeo de la Funeraria Hogar de Cristo. De hecho, algunos de ellos se están organizando y elaborando estatutos para crear una asociación que los represente, ayude y apoye.

Los sacristanes cumplen una función esencial en los funerales, pues son ellos quienes, gratuitamente, ofician responsos, preparan las liturgias y se preocupan de la producción y distribución de las ostias, la presentación de las túnicas y mantener el aseo en las capillas, entre otras actividades.
No obstante, uno de ellos, que sólo acepta identificarse con sus iniciales R.F., relató que en el último tiempo se han visto envueltos en “situaciones arbitrarias e injustas”.


El daño mayor, aseguró, es de imagen: “La empresa vende todo el servicio funerario e informa a sus clientes que incluso los sacristanes somos parte del acuerdo y eso no es verdad. En ocasiones, representantes de la Funeraria del Hogar de Cristo que han vendido un funeral, que se realiza dentro de nuestras parroquias, han tenido incluso la desfachatez de retirar la cruz que ponemos en los altares”. 

“Nosotros, los seres humanos, no nos llevamos nada cuando morimos y nuestro trabajo como sacristanes es servir a Dios y vivir con lo que necesitamos”, agregó. “Practicamos la palabra del Altísimo y nuestro lema es: morir un poco para que Cristo viva en los corazones. Tenemos amor a la paciencia, pero hay cosas que han llegado muy lejos”. 

Este sacristán aseguró a La Nación Domingo que este tema ha sido conversado con autoridades eclesiásticas, pero “hasta ahora no hemos conseguido nada. Es más, una autoridad eclesiástica de gran importancia sólo nos dijo que esto es harina de otro costal, dándonos a entender que no le corresponde a la Iglesia involucrarse en una situación que no es propia, sino que corresponde a la empresa que actúa”. 

Según R.F., al menos los dignatarios con que han hablado los apoyan en su idea de organizarse para que la población tenga claro que sus servicios no forman parte de ningún “paquete” comercial.

De acuerdo con datos proporcionados por el gerente de la Funeraria Hogar de Cristo, la entidad tiene el 25 por ciento de la participación del mercado total. En cambio, en el segmento ABC1, el 45 por ciento prefiere a la funeraria que se fundó en nombre del padre Alberto Hurtado.

“Para la gente del barrio alto es imposible pensar en los servicios de otra funeraria que no sea la del Hogar de Cristo”, dijo Gennari.

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